En apoyo de la ciencia africana: el papel de las moscas de la fruta Inspire article

Traducción de Elisa López Schiaffino. La  mosca de la fruta no es solamente un organismo modelo valioso, sino que también ayuda a dar notoriedad a África dentro del ámbito científico internacional.

Isabel Palacios estudia las moscas de la fruta. No porque tenga un interés particular en las moscas en sí mismas, sino porque la ayudan a responder preguntas fundamentales sobre el desarrollo animal.

Isabel Palacios, one of the founders of the DrosAfrica project Isabel Palacios
Isabel Palacios, una de las
fundadoras del proyecto
DrosAfrica

Isabel Palacios

La mayoría de los animales comienzan su vida como una célula única más o menos esférica.  De alguna manera, la simetría de esa célula se pierde y el animal termina con una cabeza y una cola definidas. Lo curioso es que incluso en esa primera célula —y aún antes de que sea fertilizada— el mecanismo celular microscópico crea asimetrías sutiles que preparan a la célula para su desarrollo. Isabel, investigadora de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), quiere comprender cómo sucede esto.

Pero esa no es la única ambición que tiene para sus moscas. Como fundadora del proyecto DrosAfrica, cree que la mosca de la fruta (Drosophila) desempeña un papel importante en el desarrollo de la infraestructura para la investigación de todo un continente y ayuda a los científicos en África a llevar a cabo proyectos de alto impacto y formar iniciativas de colaboración en todo el mundo. El objetivo del proyecto es enseñar a los científicos a usar la mosca como sistema modelo para estudiar enfermedades humanas y además crear una comunidad interconectada de investigadores de la Drosophila en África. Esto supone organizar talleres locales para educar a los científicos y proveer equipamiento básico como microscopios y anticuerpos.

Un modelo para la investigación

Isabel comenta que quienes no saben mucho sobre la mosca preguntan: «¿Cómo puede contribuir esto a la investigación africana?». Pero en realidad hay muchas preguntas que pueden responderse. La Drosophila se ha usado en estudios genéticos desde hace tiempo y ha permitido que los investigadores comprendan muchos tipos de enfermedades humanas, incluidos el cáncer, la diabetes y los trastornos neurodegenerativos como las enfermedades de Alzheimer y Parkinson. Las moscas también pueden utilizarse para estudiar las interacciones huésped-agente patógeno, incluidas las infecciones virales y el Plasmodium (el organismo causante de la malaria). Tienen una amplia variedad de usos en la investigación biomédica básica.

Otro dato sobre las moscas de las frutas es —como algunos hemos tenido la desgracia de descubrir fuera del laboratorio— que se reproducen rápidamente, sin asistencia humana. Esto significa que se puede producir una cantidad suficiente de moscas a un coste bajo. Además, se necesita muy poco equipamiento especializado para cuidarlas. Hay muchas empresas y departamentos universitarios que ofrecen servicios de edición genética para la Drosophila, por lo que obtener moscas con los genes que se quieren estudiar es fácil, rápido y económico. Isabel señala que la comunidad es muy abierta y está dispuesta a colaborar. Por ello, si hay un tipo de mosca en particular que se quiere investigar, en general hay alguien en otra parte del mundo que la puede enviar, y el coste del envío es muy bajo. Todos estos factores hacen que la Drosophila sea un organismo ideal para trabajar cuando se dispone de un presupuesto limitado.

La mosca de la fruta (Drosophila)
Laboratorio de Ariane Böhm y Grunwald Kadow

Ciencia internacional

Isabel compara la situación en África con la de España hace 40 años, cuando el país pasó por un periodo de desarrollo rápido. Fue entonces que Antonio García-Bellido, biólogo del desarrollo, comenzó a capacitar a algunos investigadores de la Drosophila, quienes a su vez luego capacitaron a otros, lo que creó una gran comunidad de investigadores de la mosca en España. Algunos viajaron al exterior para comenzar sus propios grupos de investigación. «De repente, con la mosca se podía hacer ciencia de manera competitiva, porque es muy económico y las técnicas son fáciles de aprender. En materia de investigación, ayudó a que España alcance notoriedad internacional», dice Isabel.

Isabel creció en ese contexto. En ese entonces, Madrid tenía una sola universidad que ofrecía cursos de biología molecular, por lo que, en vez, se inscribió en la carrera de biología general en la Universidad de La Laguna en Tenerife. «Pero —comenta— cada vez que mencionaban algo relacionado con la biología celular, eso era en verdad lo que a mí me interesaba». Después del primer año, decidió trasladarse a Madrid. «Desde el punto de vista económico, fue un esfuerzo para mis padres», explica. «Pero una vez que estuve allí, me encantó. Supe que eso era lo que quería hacer».

Luego estudió para obtener un doctorado en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL, por su sigla en inglés) en Heidelberg (Alemania). «Me presenté pensando que no había muchas probabilidades de que me invitaran, pero lo hicieron, y luego pensé que no había probabilidades de que me ofrecieran una vacante, pero también lo hicieron». Yo ya había comenzado un doctorado en Madrid, pero mi supervisor, Juan Ortín, me dijo: «Aprovecha esta oportunidad, es realmente buena», así que partí, dice riendo. «De repente, me encontraba en uno de los mejores institutos de biología molecular de Europa. No podía creer mi suerte, y he sido afortunada desde entonces».

Isabel Palacios (centre) with participants  of the 2013 DrosAfrica workshop at Kampala International University in Uganda Isabel Palacios
Isabel Palacios (en el centro) con participantes del taller DrosAfrica 2013 en la Universidad Internacional de Kampala (Uganda)
Isabel Palacios

Construir relaciones

Isabel explica que la idea de DrosAfrica surgió a partir de una reunión casual entre una de sus colegas, Lucia Prieto Godino, y Sadiq Yusuf, un profesor de la Universidad Internacional de Kampala (KIU, por su sigla en inglés) en Uganda. Godino y Yusuf decidieron organizar un taller en KIU que les permitiera a Yusuf y sus estudiantes adquirir los conocimientos necesarios para trabajar con la Drosophila. Invitaron a Isabel para que dirigiera algunas de las sesiones del taller. «Estaba claro que esos científicos tenían muchos deseos de aprender y querían hacer una investigación de calidad», comentó Isabel, «pero no contaban con el dinero ni las instalaciones». Isabel y sus colegas comprendieron que la Drosophila podía ayudar a que los investigadores —y otras personas en África— alcanzaran sus objetivos.

Desde entonces, han organizado varios talleres en Uganda y Kenia y tienen más talleres planificados para Nigeria, Sudáfrica y Egipto. Tres años después del inicio del proyecto, han visto a algunos participantes de los talleres instalar laboratorios de moscas en sus propias instituciones. Hay estudiantes de maestría que han defendido con éxito sus tesis sobre la Drosophila y hay estudiantes de doctorado que pronto harán lo mismo. También hay en desarrollo una red de científicos de varios países africanos. Han comenzado a organizar talleres, e Isabel espera que pronto puedan dirigir laboratorios y solicitar becas en forma independiente.

Personal de la Universidad Internacional de Kampala, participantes y profesorado del taller DrosAfrica 2013 en Uganda.
Isabel Palacios
 

Otra idea que Isabel considera es establecer un instituto de investigación biomédica básica en Uganda. De esta manera, en lugar de organizar talleres en distintos países, los científicos irían a un punto central donde adquirirían los conocimientos necesarios para trabajar con sistemas modelo económicos como la Drosophila. Con el tiempo, la investigación podría extenderse a otros sistemas modelo y a un rango más amplio de técnicas de biología celular. «Pero tiene que venir del interior de los grupos —comenta—, los científicos deben hablar con sus gobernantes e intentar lograr ese tipo de instituto de investigación. Tal vez un día se pueda formar una organización de varios países africanos que trabajen en conjunto, como sucede en el EMBL de Europa».

Al contestar preguntas sobre algunas de las dificultades que ha enfrentado en el proyecto DrosAfrica, Isabel comenta sin vacilar: «El desafío es siempre el tiempo y los fondos. Para la mayoría de nosotros, este no es nuestro empleo principal; también necesitamos centrar nuestra atención en otros aspectos relacionados con ser científicos: publicar artículos y obtener becas. Pero con DrosAfrica, lo que se invierte y lo que se obtiene es más equilibrado que de costumbre en la ciencia. Para mí, es el proyecto más gratificante que tengo».


Resources

  • Si desea saber más sobre organismos modelos, incluida la Drosophila, consulte:
  • Para leer ejemplos de investigaciones que usen la Drosophila como modelo, consulte:

Institutions

Author(s)

Edward Dadswell obtuvo un título de física del Colegio Imperial de Londres y un máster en escritura creativa de la Universidad de Anglia del Este (Reino Unido). Sus empleos anteriores incluyen eviscerar pescado, vender libros, dirigir ensayos clínicos de investigación sobre el cáncer y enseñar inglés en Rusia. Ahora es escritor científico en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular y cree que finalmente ha descubierto lo que quisiera ser cuando sea grande.

Review

Este artículo une la biología y el aspecto social de la investigación con la historia del desarrollo de un proyecto de investigación, lo que crea un relato fascinante sobre la investigación internacional. El artículo puede usarse en una clase de biología celular o de organismos modelo para destacar las aplicaciones de la investigación básica en otras áreas como la medicina y la farmacología. También demuestra la importancia de la investigación en los países en desarrollo y la naturaleza colaborativa de la ciencia.

Marina Minoli, docente de biología, Italia

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